LA PIEDRA DE MORTERO
En las afueras de mi pueblecito natal Tamarindo, cercano al Cementerio
«Santo Domingo de Guzmán», existe un
cerro llamado «El cerro de la Piedra de Mortero». Su peculiar nombre se
debe a que en la cima del mismo hay dos enormes rocas sobrepuestas, una encima
de la otra y por efectos del paso del tiempo y la erosión, al mirarlas de lejos
parecen tener ía forma de un gigantesco mortero «batán» o de un sombrero de
copa. Dichas piedras tienen en la base una enorme grieta, a manera de entrada
hacia un camino secreto, y quienes la conocemos y hemos escuchado de niños
tantas historias de encantos y hechos sobrenaturales intuimos que puede ser
así, pues es un lugar sólido y lúgubre que inspira temor, aunque la razón y la
lógica nos diga lo contrario.
De este famoso cerro
se cuentan innumerables historias y es muy respetado por los campesinos del
pueblo, que nunca cruzan solos dicha zona ya que se cree que tiene «poderes,
encantos y entierros»; y que, cuando un campesino o un pastor anda solo por
dicha zona, se le aparecen bellas jovencitas que entonando hermosas melodías lo
seducen y con toda malicia lo encantan; lo hacen que pierda la noción del
tiempo y que se dirija hacia la cima del cerro, ingresando en él como si
tuviera una enorme puerta secreta que se abre; entran y no vuelven a salir
jamás.
En período de lluvias, las lomas colindantes con el
cerro de la Piedra de Mortero se cubren de hermosos pastizales donde pace el
ganado caprino, que es el más abundante de la zona. Cuentan que, en una
oportunidad, un pastor conocido en el pueblo como «El Pinis», al promediar las
seis de la tarde, retornaba con su ganado caprino. Su rebaño, como un batallón
militar en completo orden, avanzaba hacia el pueblo; él caminaba tranquilo
detrás de sus cabras, cuando de pronto, sin comprender de dónde, apareció
frente a él el más hermoso ejemplar cabrío, nunca antes imaginado; era un
soberbio animal de color negro. Con grandes cuernos y
barba y que no pertenecía a su ganado. El animal se le cruzaba en su camino,
como si lo retara a atraparlo; se acercaba a pocos metros de distancia de él
tratando de llamar su atención, hasta que «El Pinis» se decidió a seguirlo con
el fin de agarrarlo, dejando que su propio ganado siguiera su ruta solo.
Entonces empezó un juego macabro, ya que cuando parecía que ya atrapaba al
animal y se tiraba para cogerlo, éste retrocedía y retrocedía alejándose de su
cazador y se acercaba también provocándolo a la vez. Estos intentos se
repitieron una y otra vez. Hasta que, en un momento de lucidez, «El Pinis»
reacciona volviendo la vista hacia el camino del pueblo y se da cuenta que se
estaba alejando cada vez más, ya no veía a su ganado y estaba cercano a las
faldas del cerro de la Piedra de Mortero... y el cabrío, en un momento de
distracción, desapareció sin dejar rastros. Las piernas de «El Pinis»
flaquearon y la piel se le erizó por el miedo de encontrarse solo. Se le
vinieron a la mente las innumerables historias sobre encantos que se contaban
en el pueblo, se arrodilló y a grandes gritos se puso a rezar implorando a Dios
que le permitiera volver con su familia; recobrando el aliento empezó a correr
con todas las fuerzas que sus piernas le permitían. Llegando cerca al
cementerio alcanzó a divisar a un grupo de personas que retornaban de un
sepelio, quienes al verlo tan asustado y que casi no podía hablar le preguntaban
qué le había pasado y, al verlo solo sin sus cabras, imaginaban algunos que de
repente lo habían asaltado los cuatreros. «El Pinis», como pudo, fue recobrando
el aliento y logra narrar lo que le había sucedido en el cerro de la Piedra de
Mortero con el enorme cabrío negro.
Los dolientes al verlo tan asustado lo reconfortaron
dándole ánimos, así mismo otros le decían que había tenido mucha suerte pues el
encanto o la cosa mala, el Diablo, se lo había querido llevar, y le
recomendaron entre dientes que se confesara al curita en la iglesia del pueblo,
que asistiera siempre a las misas y rezos que se hacían, pues algo malo de
repente escondía y era su conciencia la que lo atormentaba y lo hacía delirar y
ver visiones....
En el pueblo se hizo más fuerte aún el rumor sobre los
«encantos y cosas malas» que podían pasar cerca al cerro de la Piedra de
Mortero si una persona se encontraba por casualidad sola por esos lugares.
Y hoy, en mi pueblo, aún se escucha de vez en cuando a
una viejecita o viejecito contar estas historias tan fantásticas a sus nietos,
y escuchándolos evoco en mi memoria mi infancia y creo verme sentado frente a
mi abuela rogándola para que me cuente más y más historias de encantos, ánimas
y duendes,...
2 comentarios:
Historia, tradicion y creacion literaria una convinacion perfecta para difundir el folcklore de nuestro querido Tamarindo-Paita.
Un profundo y sincero abrazo a la distancia amigo ARIES HECARI, me encantaria dialogar y poder intercambiar informacion para la mejor difusion del bagaje cultural-tradicional de nuestro querido tamarindo, tengo en Edicion la segunda parte del Libro y me gustaria antes de publicarlo tus sugerencias y comentarios, ubicamen en fac como Juan Avila Medina, en los blogspot juanavilamedina.com y santopaita.com en la pag web como www.sol (o) palabras piuranas....un abrazo hasta pronto...
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